El descaro del mercado negro corta la respiración. Las fuentes oficiales llevan meses asegurándonos que roban el equivalente al cargamento de un barco aliado de cada tres que llegan al puerto de Nápoles. La última historia que circula es que cuando se prepara un golpe a gran escala y es necesario despejar el puerto para manejar artículos voluminosos, alguien se encarga de que suenen las sirenas de ataque aéreo y de que las cortinas de humo móviles proporcionen su niebla, a cubierto de la cual acuden a hacer su trabajo las tropas de asalto del contrabando.
Los artículos robados se venden en la vía Forcella, y cerca de los juzgados (donde juzgan a diario por tenencia de artículos de los aliados a docenas de ladronzuelos independientes sin protección) pueden verse ahora expuestos descaradamente, colocados con buen gusto, adornados con cintas de colores, flores y etiquetas hábilmente escritas que anuncian la calidad de los artículos robados: COMPARE NUESTROS PRECIOS … PURA LANA AUSTRALIANA GARANTIZADA … Sl ENCOGE DEVOLVEMOS EL DINERO … PUEDE CAMINAR HASTA EL DÃA DEL JUICIO CON ESTAS ESPLÉNDIDAS BOTAS IMPORTADAS … SI NO VE EL ARTÃCULO EXTRANJERO QUE BUSCA, PÃDANOSLO Y SE LO CONSEGUIREMOS. Los sastres de todo Nápoles deshacen los uniforrnes, tiñen luego las piezas y confeccionan con ellas elegantes trajes civiles. Me han contado que aceptan encantados incluso los calzoncillos marianos del ejército británico, que a pesar del calor todavía llegan aquí; los tiñen de rojo y los convierten en lo último en traje de deporte.

Norman Lewis. Nápoles 1944.



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