Ayer asistí a la presentación del libro Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, editado por Blume, mirmanda y VENTRALL.

«A finales de julio de 1936, justo en el inicio de la Guerra Civil, desapareció el maestro catalán Antoni Benaiges. Dos años antes había llegado al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba dispuesto a aplicar en su pequeña escuela rural la técnica Freinet, una innovadora metodología pedagógica basada en la participación de los alumnos y el uso de la imprenta.

Durante más de 75 años, su labor y su personalidad permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y de sus compañeros de profesión, mientras su familia albergaba el deseo de conocer la verdad sobre su paradero.

En agosto de 2010, con motivo de la exhumación de una fosa común en el paraje de La Pedraja (Burgos), emerge la memoria del maestro y se inicia una investigación que descubre una historia única, emotiva y poética.

Una historia, casi al límite del olvido, que ha podido ser recuperada gracias a los testimonios de los que lo conocieron u oyeron hablar de él, pero también a partir de los propios textos del maestro y de las redacciones de sus alumnos, que se editaron en la escuela.

Esta obra es fruto de una investigación en profundidad, y ha contado con la participación del periodista Francesc Escribano, en el relato de la biografía del maestro; del fotógrafo Sergi Bernal, en la documentación gráfica y la recogida de testimonios; del antropólogo Francisco Ferrándiz, en la narración de su experiencia a pie de fosa, y de la historiadora Queralt Solé, en la contextualización del momento histórico y en la dirección de la obra.»

«[…] Hay que hacer mucho. ¡Mucho! Mi tarea es la Escuela. Vuestra tarea es más ruda: doblar el espinazo y arrancar el jugo de la tierra. La tarea de todos es hacernos hombres. ¡Hacernos hombres! La trayectoria que ya venga de lejos. De la infancia. Nosotros ya la hemos pasado y apenas si pudimos vivirla, gustarla. Necesitamos vencer el prejuicio, la noñez y el servilismo que los ambientes nos fueron infiltrando día tras día, gota tras gota, llegando al momento de dejar de ser niños con un espíritu incapaz de concebir formas de vida libres y bellas. No nos dejaron ser niños. Querían que ya fuésemos hombres para dejar de ser carga. Y nos quisieran ahora niños para que no siguiéramos el camino de hombres. Paradoja. Paradoja. Mi tarea, la tarea de maestro, se hace carne viva en esa paradoja. Va a impedirla. Los niños no pueden ser lo que uno quiera. No son cosas. Deben ser según los valores que esconden. Esto es, ellos mismos. Que piensen, que sientan y que quieran. Dejémosles ser niños. Respetémosles en todos los momentos. Y si se mueven en un ambiente de libertades, sutilidades y camaraderías, cargado de estímulos, provocador, veremos como chorrea de la infancia una vida todo hermosuras y promesas. Esto es la Escuela: ambiente y ocio. Libertad y espíritu.»

(1936) Carta del maestro Antoni Benaiges a su primo Francesc Nogués.

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