De paseo por Ezcaray con mis amiguetes Antonia, Alvaro, Yolanda y Albanta. Cuando se despistan aprovecho para pintar unas acuarelas

Pedí permiso, dibujé, sometí el resultado a veredicto y me invitaron a comer. Así da gusto.

Esta cuadra de caballos de Ziré, construída en Mauritania por carpinteros senegaleses, parece un chalé moderno. Hay ocasiones en las que los animales viven mejor que las personas.

Continúo con la manía de hacer fotografías de los temas que dibujo para ver en qué se diferencia mi visión de la de la máquina y para pensar en por qué al dibujar partiendo de una foto siempre perdemos algo que es difícil de definir.

La isla de San Luis es lo opuesto a Dakar. Hasta se puede dibujar…

Echo el dia en los bonitos pueblos de Ndiago y Bdene, al sur de Mauritania, junto a la desembocadura del rio Senegal. Que no falte el agua.

La asistencia fue numerosa y muy crítica el dia de la inauguración, pero creo que pase la prueba con buena nota

Echo la tarde dibujando el alucinante puerto de pesca de Nuakchott, a la hora de la llegada de las barcas. Los burritos de carga y yo esperamos a que las barcas descarguen.

Mientras hago estas dos acuarelas en el Parque Nacional del Banc d´Arguin, Mané pesca dos doradas y cuatro pargos para cenar. Cada cual se entretiene como puede.
(Gracias, Miguel Angel, por el aviso)

Buscándole los colores a la muralla que limita la meseta del Tagant

Vemos alzacolas, calamones, avefrías,milanos negros, calaos, halcones peregrinos, garcillas bueyeras, jacanas, burros, cabras, ovejas, perros, dromedarios, caballos, un chacal y un escorpión en nuestro mantel. Decididamente esto es todo menos desierto.

Unos apuntes rápidos hechos en el famoso lago de los cocodrilos de Matmata.

Empiezo la serie de acuarelas, que me por tamaño o quien sabe por qué me dan algo queno me da trabajar en cuadernos.

Esta tarde a las 20hrs inauguro en la galería Pelayo47 una exposición de las acuarelas que hice durante mis viajes del año pasado por Argelia (podéis ver aquí todo el trabajo). Si os queréis acercar os invitaremos a un vino

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Continúa la obsesión del redibujo. He vuelto a Argelia a repetir acuarelas de sitios que ya había dibujado (un ejemplo, el Palais du Bey de Orán, arriba, en el que se aprecia cómo alguien se ha ocupado de borrar las pintadas que insultaban a Egipto y los egipcios el pasado noviembre). Entre acuarela y acuarela me ha dado tiempo de rellenar el cuaderno que hojeo/ojeo en la película de arriba.

Mi amigo Antón Hurtado, caminante inquieto, acaba de volver de un largo viaje a pie con un buen montón de acuarelas hechas entre caminata y caminata. Arriba, una de las obras que la lluvia le permitió hacer en Mérida.

Ahora a reposar, Antón. Y a digerir.

El blog del camino, aquí.

Que raro se me hace estar en una playa y no tomar cerveza!

Por fin he terminado de escanear las acuarelas que hice durante el último viaje a Argelia. Son de tamaño aproximado 70×25 cms. y podéis verlas clicando aquí.
También he actualizado con algunas fotos nuevas los álbumes de arquitectura y diseño gráfico argelino.

Bloqueado en Argelia por culpa de la famosa nube toxica. Imagino que hay sitios mucho peores donde quedarse tirado…

BONITAS HISTORIAS QUE VIENEN DEL PASADO: TOMÁS WONG.

Me hubiera gustado ir en todos los barcos que cargué, todos los barcos cuyos pasajeros ayudé a descender, llevando las maletas cubiertas de etiquetas de colores de hoteles, aduanas, líneas férreas. Me hubiera gustado abordar esas moles blancas y relucientes en el sol y partir.
Yo no soy de aquí. No soy de esta tierra donde he nacido; y en la vida se aprende, aprende el que quiere aprender, que nadie es de donde nació, de donde lo criaron. Que nadie es de ningún lado. Algunos tratan de mantener la ficción y se hacen de nostalgias, de posesiones, de himnos y banderas. Todos pertenecemos a los lugares donde no hemos estado antes. Si hay nostalgia, es de las cosas que nunca vimos, de las mujeres con las que no hemos dormido y soñado y de los amigos que aún no hemos tenido, los libros sin leer, las comidas humeantes en la olla aún no probadas. Ésa es la verdadera y única nostalgia. 
También se aprende que en algún momento el camino se equivocó, y que las cosas no tendrían que ser así. Nadie tendría que comer arroz con gorgojos y maíz casi podrido en los campos petroleros, pagando el triple de lo que cuesta porque las tiendas las manejan las compañías; nadie tendría que luchar en medio de las lluvias para cerrar las válvulas del pozo siete; chapotear en la selva con las tuberías, perforar en pantanos, dinamitar, dormir en el suelo húmedo, ganar una miseria mientras el capataz come jamón y mantequilla sacados de dos latas de conserva que nosotros transportamos hasta allí; y el patrón, mucho más lejos de nosotros todavía, duerme en una cama sin sabernos, sin reconocernos como la fuente de su placer y su poder, sin adivinarnos como las hormigas que empujan con los hombros la subida de sus acciones bancarias en la bolsa de Nueva York. 
Por eso no quiero subir a esos barcos blancos y resplandecientes, poque tendría que pagar mis sueños trabajando once horas diarias de camarero, puliendo los bruñidos pasamanos de bronce, sudando en el vapor de las cocinas. Por eso los barcos están lejos, y yo los veo llegar e irse de todos los puertos, de todos los ensueños, de todas las nostalgias.

Paco Ignacio Taibo II.  “Sombra de la sombra”