Dibujar gente, conocida o desconocida, puede expresar afinidad con el modelo, pero también puede mostrar el disgusto que nos provoca. A la primera categoría pertenecen los dibujos a amigos o contemporáneos admirados, a la segunda el retrato crítico y la caricatura. Cualquiera que sea mi sentimiento hacia el modelo lo que me lleva a dibujar un rostro humano es dejar evidencia visual de la virtud o el vicio, de la fortaleza y la debilidad.

El retrato exige una comprensión de la gente y un gran esfuerzo de artista y modelo. Te acerca íntimamente a la gente. Para hacer un buen retrato debes mostrar en él tu propia personalidad.

(…)

Bajo la atenta mirada del modelo (salvo si éste es un amigo comprensivo) no es fácil extraer una síntesis reveladora de personalidad (que es lo que busca el artista) ni un parecido amable (que es lo que espera el modelo). En mis primeros retratos caí a menudo bajo la influencia de la personalidad del modelo e hice retratos que gustaron a todos salvo a mi.

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La única manera de comprender a la gente es estar en constante contacto con ella. Cafés, bares y otros sitios públicos de reunión, en ciudades o pueblos, son lugares excelentes en los que practicar el retrato.

Paul Hogarth. Dibujo creativo a lápiz.



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